La semilla



“Francisco me abrió el alma a la sintonía profunda de las cosas y a la armonía de todo lo que vive. En un universo desencantado, él ha sido para mí el encantador. Me ha mostrado el camino de una humanidad verdadera…” “Estaba condenado a escribir caóticos recuerdos infernales. Pero he aquí que el encuentro con el Pobre de Asís hizo brillar en mi camino una claridad divina. Y mi “amarga amargura” se trocó, más allá del horror, en un dulcísimo canto”    E. L.


Hace años por cuestiones de mi vida personal, tuve contacto, o la suerte de ser formada bajo la espiritualidad franciscana de la cual han quedado mis semillas , las semillas de quien a la edad de 15 no se pueden borrar, como voy a olvidar que me acerque a Dios bajo el color marrón del habito franciscano, no digo que fue lo más saludable, pero fue el camino de mi encuentro de Emaus con Jesús, en esa etapa de mi vida se asumía cualquier cosa y en verdad se cuestionaba poco, creo que yo siempre cuestione un poco más.


Pero eso es lo de menos ahora, en mis días de reflexión encontré un libro del cual me enamore, porque me mostraba a un francisco absolutamente humano, caritativo, reflexivo, atribulado, luchando, amoroso, tierno, en fin, un hombre que busca a Dios, que acoge a todos, el hermano de todos, como hermano de si mismo antes que todo. 

Lo leí mas de 10 veces, tenía 17 años y me perdía como en todo lo que leo, me adentraba en el libro, y en las horas de meditación me la pasaba pensando en mi….una de sus apreciaciones era que “ Hemos perdido la ingenuidad” y yo me preguntaba una y otra vez como andaba yo de eso. 

Pero años más tarde me toco toparme con la parte más dura de esta forma de vida, observar cómo el hombre, el ser que yo creía hecho a imagen de Dios, me “parecía un ser irrisorio, sin valor, sin apoyo, sin esperanza: un ser a merced de un remolino de fuerzas que se burlan de él, o, mejor, le ignoran” , no puede evitar preguntarme por la ausencia de Dios y observar, con incredulidad, el paralelismo entre un hombre devastado por sus semejantes, y aquella armonía de Francisco con todas las criaturas que me cautivó a los 16 años. Hoy 15 años después de esto, puedo escribir en estos términos que no son del todo míos pero que expresan perfectamente lo que viví. 

He de puntualizar, “En la historia ha habido un solo Francisco de Asís […] No, no pretendemos en modo alguno haberle imitado, ni de cerca, ni de lejos. Pero ¡ya es mucho que se nos diera el haber cantado el sol en la muerte!” .En el libro Sabiduría de un pobre se desarrolla en la crisis espiritual que sufrió Francisco, al ver que muchos de sus hermanos querían “relajar” su ideal de pobreza evangélica. Esta situación provocó la primera crisis en una orden, que en pocos años había pasado de unos cuantos hermanos, a más de 5000 y cuya organización ya era complicada de por sí. A esa angustia se sumaban sus enfermedades, especialmente la de los ojos, que le provocaba un insoportable dolor. En el invierno de 1224, al llegar del monte Alverna a San Damián, donde vivía Clara,“llevaba más de cincuenta días sin poder soportar de día la luz del sol, ni de noche el resplandor del fuego. Permanecía constantemente a oscuras tanto en la casa como en aquella celdilla. Tenía, además, grandes dolores en los ojos día y noche, de modo que casi no podía descansar ni dormir…”. Fue justo entonces, cuando cantó al sol, a la luna, al agua, a la tierra, al fuego… a unos elementos que casi no podía ver. El padre Leclerc da una dimensión al cántico por encima de su valor literario, o de una interpretación basada en la alabanza a la naturaleza. Nos habla de su valor antropológico, del cántico que surge del lugar donde el dolor no ha conseguido calar y que define como la inocencia.
Si este fue el libro que con tanto amor formo en mi lo que de franciscana me queda, creo que sin ser vanidosa, puedo decir que esas mismas dificultades han terminado por marcar en mi de manera definitiva  aquello que me enamoro al principio y con lo cual no quise seguir viviendo de manera absoluta, justamente por que a temprana edad empece a cuestionarlo todo y a acusar menos.


En fin han pasado tantos años y yo aún espero poder tener un poco de esa semilla que me sembré en el alma, Francisco de Asís y ese modo de acercarse a Dios en los hermanos y primero en uno mismo.


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